lunes, 29 de julio de 2013

24 de julio de 1947

México, a 24 de julio de 1947.

Querido Agustín:

El martes recibí carta tuya e inmediatamente traté de contestarte. Más bien dicho, te contesté. Sólo que preferí no enviarla. La causa principal fue ésta: no quiero ser imprudente. De ella sólo te diré que te espero con ansias para oír de tus labios la contestación a mis preguntas y que me cuentes muchas, muchas cosas más.

Me referiré ahora a tu carta fechada el 22 y que tengo en la mano.

Me da mucho gusto saber que practicas la guitarra y estoy segura de que muy pronto la tocarás perfectamente.

¿Mi verdadera felicidad? Pero… ¿No te has dado cuenta de que la encuentro en ti? ¿La voluntad de Dios? No me digas que has dudado ni por un solo momento de cuál sea ella. Bien sabemos cuál es el camino que nos conducirá a Él.


Amar es darse, es hacer entrega total de nuestro ser, no pedir ni mucho menos exigir. Y, sin embargo, yo te pido, sí, pero no lo hago tan sólo por mí.

Tratas de no acordarte de tus fracasos, pero los nombras. Y yo quisiera que hasta el nombre olvidaras. ¿Me lo prometes?

El penúltimo párrafo en tu carta es para mí motivo de alegría. Créeme que soy feliz sabiendo que tú lo eres.

Te espero para el día 2 de agosto, ya que esto me lo aseguras. Pero no olvides lo que en otra carta te digo: te espero todos los días.

Todos los de esta casa les envían saludos a tus papás y a todos. Y para ti es todo mi gran cariño.

María de la Luz


P.D. Ya te he copiado algunos versos de Juan de Dios Peza, pero no te los he enviado, pues son tantos que mi carta rodaría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario