jueves, 26 de diciembre de 2013

27 de diciembre de 1947

Puebla, a 27 de diciembre de 1947.

Mi querida María de la Luz:

Aunque no he recibido carta tuya, te escribo otra vez no ya para echarte un sermón sino para contarte que llegué bien a Puebla. El asiento no eran tan incómodo. Al llegar a Río Frío, me bajé y tomé un caldo de habas, dos huevos con arroz y una cerveza. Llegué, como te digo, cuando estaban acabando de comer. Yo comí  unos chayotes, cacahuates garapiñados y buñuelos (estos últimos nos los regalaron las Madres de la Cruz). Como a las diez, empezamos a cenar con lo que habían hecho Esperanza y Teresa, y tomamos muchas cosas. Estuvimos contentos. Fueron dos invitadas, Agustín Azpiri y un señor Federico (protagonista del incidente que tuvimos en la cena de despedida). A las doce ya habíamos acabado de cenar y se empezó a bailar. Mientras, mi mamá y Laura se fueron a misa de doce. Me invitaban, pero yo tenía mucho sueño, de tal manera que de la mesa me dirigí a mi cama. 


Dispénsame que no haya ido a misa, pero en esos momentos tenía yo la idea de que sólo te había dicho que estaría despierto a las 12; pero ahora que me lo recordaste por teléfono, me parece que te dije que yo también iba a misa, de modo que te suplico me dispenses. Pero, de veras, no me vas a creer, pues estuve soñando contigo de la siguiente manera: y es que tú y Lili venían aquí, a Puebla, y te veía yo con una claridad asombrosa.

Después me contaron mis hermanos que habían echado un vacilón, pues todos se habían pintado de negro. Se acostaron a las dos de la mañana.

Te escribí el 25 en la tarde, y hasta no acabar la carta me fui a la fiestecita que nos invitó  tío Lucas. Ya llegué tarde: ya habían roto la piñata y comido gran parte de las cosas. Yo tomé un ponche y unos buñuelos y me senté. Eran las siete y nos fuimos a las nueve. Hubo baile, pero yo, como te he dicho, no bailo si no es con mi María de la Luz.

No se qué te haya parecido mi carta anterior, pero te la he escrito con el corazón y por eso es que muchas ideas están incompletas. Ya te escribiré más largamente. Dispénsame la letra. 

Quisiera hacerte inocente, pero ya que no puedo desde aquí, lo haré aquí:



Recibe el cariño de quien te adora.

Agustín

P.D. No es claro si Agustín escribió una carta anterior a ésta el 25 de diciembre. De ser así, desapareció, pues no se encontraba en el envoltorio hecho y conservado por María de la Luz durante toda su vida.  Nuestra duda se resuelve días más tarde, en la carta del 7 de enero de 1948, donde Agustín señala: "Fui ahora al correo (…) y no saben nada (…) y dicen que hay que reclamarla allá en México. Yo estoy seguro de que la puse bien."

26 de diciembre de 1947

México, a 26 de diciembre de 1947.

Amado mío:

Qué largos se me hacen los días. Con gusto veo que obscurece, pues sólo así puedo con más calma escribirte. Son las once de la noche y ya la Quena duerme junto a mí.


En la mañana vino el padre Hugo y nos invitó para que fuéramos a ver al coro del Vaticano, que se hospedan en la Posada del Sol. A mí me entusiasmó mucho la invitación, y fui con padre Hugo y mi tía. Al llegar nosotros, los niños terminaban de desayunar y sólo se encontraba uno de los señores, el cual no habló ni una jota de español. Se entendió con el padre, y él a su vez nos explicaba. Le dijo a mi tía que aún no les han pagado nada de los 27 conciertos que han dado. Ya te imaginarás qué impresión llevarán de nuestro México. Después, mi tía les pidió que vinieran a la casa, y así fue: cerca de las cinco  vinieron seis de los niños y el señor. Cantaron maravilloso y uno de los niños (voz de soprano) cantó O sole mío.

El señor quiso que yo tocara el piano. Me acordé de tus palabras (¡Hacerse del rogar y luego tocar tan mal!), así que no me lo dijo dos veces: me senté y toqué como pude. Rato después, me pude expresar un poco en inglés, que medio le entiendo. Me contó varias cosas de sus parientes y hermanos muertos en la guerra. Me dijo que eran diez de familia y que todos murieron. Sólo quedó su mamá, enferma de parálisis agitante, y él. Cuánto hubiera querido que estuvieras, para oír todo esto.

Pero ya es muy noche y, por otra parte, debo de haberte cansado. Recibe todo el amor que te tiene tu María de la Luz.



NOTA. La Posada del Sol es un conjunto de suites construidas en 1945 por el español Fernando Saldaña Galván. Años más tarde, el lugar quedó abandonado pero en pie. Actualmente, el Gobierno del Distrito Federal intenta revivirlo y convertirlo en su sexto FARO  (Fábrica de Artes y Oficios).

martes, 17 de diciembre de 2013

18 de diciembre de 1947

Puebla, a 18 de diciembre de 1947.



Mi querida María de la Luz:

Recibí tu carta el miércoles y no he tenido tiempo de contestarla, pero ahorita me doy un tiempecito y te escribo para contarte que nosotros el 16 y el 17 hemos roto una piñata y pedido Posada. Hoy trajeron un arbolito de Navidad y lo vamos a adornar. Hemos dado mucha guerra en la noche, hemos estado jugando con cuetes y buscapiés.


Creo que no podré ir el viernes, pero el sábado sí es seguro que voy. Escribió Nicolás: que llega a las 2 pm el sábado o el domingo, por avión.


Tengo una nueva camarita, la Kodak rf35. Ya te la enseñaré. Saludos a todos. Y tú recibe el cariño de quien te adora.



NOTA. A partir de la Kodak rf35, Agustín fortalece su afición por la fotografía y su destreza para la composición. Advirtamos, a propósito, que nuestro héroe es un defensor del arte del retrato y un escéptico de la crónica fotográfica, a la que tilda de ociosa espontaneidad donde reinan el azar y el caos. Agustín asume el papel de director de escena y de actores (aun a costa del fastidio de sus fotografiados, quienes siempre pierden la paciencia). 

Después de dicha cámara, Agustín adquirirá en 1954 la Kodak Retina IIIc, con la que registra profusamente la vida de su familia (hermanos, padres, sobrinos, mujer e hijos).

No conservamos la Kodad rf35, pero sí la Retina IIIc, con la que ilustramos esta carta.

lunes, 16 de diciembre de 2013

17 de diciembre de 1947

México, a 17 de diciembre de 1947.

Vida mía:

¿Podrás dispensarme en esta ocasión por mi involuntario retraso en escribirte?

Salí ahora, en la mañana, con mi mamá y Lili. Compramos algunas cosas que deseaba mi papá regalarle a mi mamá. Después, ella se vino y Lili y yo nos quedamos a comprar unos zapatos para Lili. Recorrimos todo Tacuba, una y dos veces, peo es algo dificilísimo encontrar algo de su agrado. Volvimos a comer hasta las 2 1/2. Hubo tiempo para todo, menos para lo mío. Y fue así como teniendo carta para ti, me quedé con mis propios honores.

Otra cosa que me trae de cabeza es el compromiso que me he echado de hacer un vestido para Lili. Dios y la Santísima Virgen me iluminen para terminar con bien. Después me haré el mío, y mi único deseo es gustarte, que siendo así lo demás es lo de menos.

Ahora, en la tarde, recibí otra carta tuya, por entrega inmediata. En ella venían las fotos. Se las enseñé ya a todos.

Me despido de ti, pues muy pronto nos veremos.

Tuya siempre.

María de la Luz

16 de diciembre de 1947

México, a 16 de diciembre de 1947.

Amor mío:

En los momentos en que te escribo es de noche (10 p.m.) y llueve, una ligera lloviznita (tal se dijera que me encuentro en Orizaba). Hay mucho silencio y sólo de vez en cuando se oye un cohete, que nos recuerda "Es tiempo de Posadas". ¡Cuánta alegría reunimos para estos días! Y qué feliz se puede ser cuando dignamente recordamos tan dichoso acontecimiento.

Cuánto me alegra lo que me dices en tu carta. He gozado junto contigo. ¿Y sabes, mi bien? Yo creo que es precisamente lo que tú necesitas. Me refiero al ejercicio, ya sea jugando tenis, nadando, etc. Esas gripas tan frecuentes son debidas a la falta de ejercicio. Pero ahora que te es posible, procura practicar algún deporte. Y estoy segura de que esto te repondrá mucho. (Quizá encuentres algo ridículo este último párrafo, pero sé que me entiendes, ¿verdad? Ya tú sabes que siempre que trato de decir algo, me enredo; pero creo que aun sin hablar me adivinas el pensamiento. Por eso no hice corrección).

Rezaré mucho por ti, como me lo pides. He comulgado todos los días, desde el 12, y siempre le pido a Dios Nuestro Señor por mi muchachito, por que te ayude en todo.

¿Ya comenzaste a hacer tu tesis? ¿Tratará de "Puentes", como en una ocasión me dijiste? ¡El Espíritu Santo te iluminará!

Laura no vino ayer, no ahora.

Saluda de nuestra parte a todos en tu casa. Y para ti… los inmensos deseos de verte.

Tuya.

María de la Luz

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Mi Agustín:

Antes de que hubiera podido salir a depositar mi anterior, he recibido la tuya del 14. A ella no le doy contestación, pues deseo que la presente salga lo más pronto posible.

Ni de broma quiero que digas que pueden ofenderme tus cartas, tus consejos. Muy al contrario, ello es lo que deseo, pues bien sabes cuánto lo necesito, por lo que espero quieras dirigirte a mí siempre en la misma forma.

Ayer habló Laura con mi tía, a eso de las 9 1/2 a.m., hora en que yo había salido al Centro a comprar algunos adornos para nuestra Posada. Ojalá vengas a vernos.

Mi tía ha seguido con gripa y hasta ayer no se levantó.

Te espero, como me dices, si te es posible para el 19 y así poder ir por Nico y que también esté para el 20.

Dispensa la letra, pero siempre que hago el quehacer o lavo se me pone la mano muy temblorosa.

Tuya.

María de la Luz

domingo, 15 de diciembre de 2013

15 de diciembre de 1947

México, a 15 de diciembre de 1947.

Querido Agustín:

Tus dos cartas llegaron juntas ahora, al mediodía. Una de ellas retrasada, gracias a los magníficos servicios que nos presta el Correo. Pero les perdono todo por lo feliz que soy al leerlas.

Sentada en los escalones del cubo del zaguán, di lectura a la carta que más me llamó la atención. ¡Debía ser algo extraordinario, ya que contenía más de un pliego! En efecto…

He terminado y quisiera dar digna contestación a ella. Pero ya que esto no es posible, te diré, amor mío, que tienes razón desde cualquier punto de vista. Reconozco el mal que nos hacen ciertas películas. Y prueba de ello es mi terrible desconcierto ante la vida: ¡he soñado mucho!, y la vida no es como nos la presentan en la pantalla. Nos hacen, en una palabra, perder la noción del bien y del mal.

Tal como tú dices (y de ello puedes estar seguro), mi corazón es todo tuyo y no hay en mi cerebro un solo pensamiento que no esté ligado a ti. ¿Pero te has adentrado en lo que llamas mi inteligencia? ¡No es complicada, no! Y sólo te bastará saber que he perdido, ya con una cosa ya con otra, la noción del bien y del mal. Mi criterio se ha ensanchado… y de tal modo que pocas, muy pocas son las cosas que juzgo malas.

Como diversión que dices, el cine lo he tomado no con moderación sino como única e insaciable distracción. 

No encuentro razones para modificar tu conciencia y sí muchas para seguir tu ejemplo y así ser más tuya, semejante a ti.

Con esto quiero que me comprendas y que una vez más me perdones por lo que ya te he dicho: no sé hasta dónde termina el bien y comienza el mal. ¡En cierta ocasión llegué a estar tan desorientada y sobre todo a tener tan erróneo concepto de la vida…! Pensaba y pensaba tantas cosas, que llegó a apoderarse de mí una indefinible desesperación. Ahora todo aquello ha pasado, pero he quedado tambaleante.

Tú eres bueno, pisas sobre tierra firme, tú puedes obstruir todo camino que antes me hubiera conducido al precipicio.

Sé que al apartarnos del cine, y por grande que sea el sacrificio, viene para los dos una gran recompensa y más aun, ya que podremos cimentar nuestro hogar sobre terreno firme y sano y no sobre humo.

Como siempre y en todas las ocasiones, quiero que tú indiques el camino. Te extiendo la mano… Con los ojos cerrados te sigo. A tu lado siempre estaré segura.

Me prometes hablarme de otro asunto, y yo me adelanto, suplicándote me hables sobre "mi comportamiento". ¿Cómo debe ser éste? Ya tú te has dado cuenta que a este respecto he dejado siempre libre el corazón. Di, di todo cuanto creas que es necesario decir (se entiende que me refiero a nuestro íntimo comportamiento).

En tu segunda carta veo un lindo ramo de rosas, mejor dicho, dos rosas color de rosa, y a mis ojos no pueden ser otra cosa que las representaciones de nuestro amor: son dos en un solo ramo, somos dos también nosotros, con un solo pensamiento, con un solo deseo, con una misma felicidad. ¿Ése fue tu pensamiento al estamparlas en tu carta?

Las fotografías, como todas, me han gustado mucho. Mi muchachito es magnífico, tanto montado en su alazán como cazando conejos. Por ellas me pude dar cuenta de lo que te habrás divertido y… ¡qué ganas de haberte visto montando!

No me dices nada respecto al día 20, y sin embargo te espero. ¿Verdad que vendrás? He invitado a algunas muchachas compañeras y ya estamos arreglando la casa. No puedes dejar de venir, porque no querrás que mientras todos ríen yo esté triste. ¡Me es tan difícil ser feliz lejos de ti!

Saluda a todos los de tu casa. Y tú recibe mi ternura.

María de la Luz

Son las 11 p.m. y hace rato oímos los coros del Vaticano… y estuve seriecita.

15 de diciembre de 1947

Puebla, a 15 de diciembre de 1947.



Mi querida María de la Luz:

Ya me estoy preocupando de no recibir carta tuya y espero que tú sí hayas recibido las mías. He querido hablarte por teléfono, pero he tenido quehacer en la noche, como ahora, y se me ha pasado la hora. No sé si te conté que Teresa se fue a Orizaba. Pues ahora vino. Y hoy también se fue Ismael para México, y se habló de que se quedará allá Laura.

En estos momentos son las 10 1/2 de la noche y ya me voy a acostar. Te mando las fotografías y, como verás, salieron las que tomé de ti y de Gualupita.

Figúrate que hoy el perro Jack mató una gallina, y nos la comimos. A otra gallina con dos pollitos la asustó, y esta gallina se perdió. Hoy vino un señor: que si queríamos regalar al perro. Yo dije que sí, pero mis hermanas protestaron. Yo quiero al perro (como ves, ya le saqué fotos), pero una cosa que no está del todo bien hecha, pues… hay que dejarla, aunque le duela a uno.

¡Cómo te extraño! No te puedes imaginar: extraño tus letras. Espero que mañana las tendré. Es seguro que estaré por allá el 20. Dispénsame que insista, pero… ¿Qué? ¿Estás enferma? ¿Por qué no me has escrito?

Se despide quien no te olvida y no deja de quererte un solo minuto.

Saludos a todos.

Agustín

sábado, 14 de diciembre de 2013

14 de diciembre de 1947

Puebla, a 14 de diciembre de 1947.




Mi querida María de la Luz:

Ahora que tengo tiempo, no quiero dejar pasar un día sin escribirte, aunque no se vaya esta carta hoy, pues ya son las 9 1/4 p.m. y mi mamá me dice que mejor la ponga yo hasta mañana. 

Hoy he pasado un domingo bastante entretenido, es decir, diferente de lo que ya estaba acostumbrado hace dos o tres años. Y fue así: me levanté a las 7 y fui a misa de 7 1/2 a San Francisco; después, desayuné e inmediatamente le puse la cadena al perro y tomé mi cámara y mi raqueta de tenis y me fui a jugar con Luis Ángel a las canchas del Ferrocarril. De esta manera y con las molestias del perro, que no sabe andar en la calle, caminé más de dos kilómetros. Estaba el día frío, pero a mi catarro y mi tos ya no les hago caso y ya parece que me van a abandonar.


Jugué un set de tenis y vi lo malo que estaba yo. Al rato, sin acabar el set (seis juegos de tenis a 40, contando de 10 en 10), empezó a llover y nos metimos en la caseta. Al rato ya no lloviznó y se jugó otra vez. El perro Jack estaba insoportable y ya había roto el cuero con que se detiene. Entonces, ya me fui, otra vez andando y habiendo amarrado al perro como pude. Luis Ángel me invitó a comer, y después que dejé al perro en mi casa a la 1, fui a casa de tía Evangelina, que tenía invitados y había hecho una comida bastante buena. Después de la comida, un señor tocó la guitarra y empezamos a cantar y se asombraron de oír mi voz y mi desentonación. Cantamos Ojos tristes, Peregrina y otras muchas. Eran las 7 1/2 cuando empezó el baile. Había puras señoras y sólo una señorita (Gloria, mi prima, se había ido al cine). Entonces fue cuando, sin bailar una pieza, me retiré ya a mi casa y llegué aquí a cenar, pues antes de tener a mi María de la Luz bailaba, y ahora, si no es con ella, no bailo, por mucho que me vea comprometido.

Espero que no sucederá nada, para poder estar allá el 20 ó el 19, y así asistir a la Posada y también ir al aeropuerto a recibir a Nicolás, que viene de Monterrey a pasar la Navidad.

Hoy me enteré que a mediodía se fue Laura con Rebeca a México, a asistir a la cena de Acción Nacional. No sé si te hablen por teléfono o te vayan a visitar; pero si no es ni la una ni la otra cosa, creo la dispensarás a Laura, pues tú sabes las circunstancias.

En mi carta anterior te digo que si te ofendí. Te lo digo así porque a mis hermanas, siempre que les hablo de la manera en que te hablé, se dan por ofendidas.

Esta semana voy a estar trabajando y estudiando. Quiero que reces por mí mucho y que el Espíritu Santo me ilumine para hacer mi tesis.

Dispensa por la letra, pero me parece cada vez más fea y no suficiente para comunicarte mi amor. Espero tu carta con ansias, e igualmente que estés bien de salud, así como mi tía Luchena y todos.

Se despide quien no te olvida y te quiere mucho.

Agustín



martes, 10 de diciembre de 2013

13 de diciembre de 1947

Puebla, a 13 de diciembre de 1947.


Mi querida María de la Luz:

Una vez más me dirijo a tu adorable y linda persona, para expresarte con estas letras mi amor hacia ti, el cual me hace ver todas las dificultades de esta vida muy pequeñas y me proporciona un apoyo seguro para cumplir todos mis deberes y prepararte un estado lo mejor posible.

Espero que no te haya ofendido con mi anterior carta y que le la respondas. Con ello, me veré autorizado para seguirte hablando en esa forma, seguir con problemas cuya recta solución a mí me apasionan, para así alcanzar de Dios todas las bendiciones que tanto necesitamos para la formación de nuestro hogar, que nos proporcione la felicidad temporal y eterna y sea para beneficio de nuestra patria.

Saludos a tía Luchena, a Gualupita, a tu mamá y a Lili.

Quien no te olvida.

Agustín

sábado, 7 de diciembre de 2013

12 de diciembre de 1947

Puebla, a 12 de diciembre de 1947.

Mi querida María de la Luz:

Desde ayer te quería escribir, pero me acosté temprano pues me dio un dolor de ojos y preferí dormirme. No sé por qué me estoy poniendo muy enclenque.

Pues bien, María de la Luz, llegué bien aquí a Puebla. Tomé un Estrella Roja, que salió al cuarto para la una, pues los Pullman salían hasta la 1 1/2. Fui en buen lugar. Compré el periódico y lo fui leyendo hasta Río Frío, donde me bajé a comer los deliciosos sandwichs que tuviste la amabilidad de hacerme. Sólo me alcanzó el tiempo para llegar hasta uno de jamón. Y tomé también una cerveza. Los demás sandwichs los guardé. Yo iba en el asiento de adelante, con otros dos muchachos con los que ni siquiera hablé. Llegué a Puebla a las 4 1/4, donde me recibieron y me probé el traje, el cual me quedó bien y salí con el perro a retratarme. Después fui a ver a mis compañeros y saqué unas fotos que te mando. Fue entonces cuando me dio el dolor de mis ojos. Ha de ser por el catarro. 

En cuanto a este catarro y esta tos, pues estoy mejor  pero sin estar todavía bien. 

Hoy fui a misa de 8 1/2 y me acordé de que no fuimos a la Villa. Será en otra ocasión. Hoy me fui a estudiar con mis compañeros. Y hoy en la tarde también voy.

Cuando uno ataca los problemas reales que se le presentan a dos seres que quieren formar un matrimonio cristiano, es cuando se necesita una fuerza de voluntad grande y gran inteligencia para resolverlos. Hago esto porque quiero empezar a tratarte los problemas y exponerte mi criterio, que quiero que sea el tuyo. Y si tú encuentras algo mejor y más real y me expones tus razones, veré si puedo modificarlo. Empezaré por tratarte lo del cine…

El cine se toma y sólo se puede tomar como una diversión más o menos instructiva. Como diversión, debe ser tomado en pocas dosis (como todas las diversiones). Como toda diversión, debe verse si es lícita o no. Por su forma, yo la comparo con la lectura: antes de leer algo, se debe ver si hay alguna prohibición expresa de la Iglesia o, si no, teniendo en consideración los Diez Mandamientos. Hay que ver si le hace a uno daño o no. Así también en el cine. La única autoridad común y corriente respecto al cine es la conciencia. Es decir, que si se obra contra ella hay pecado mortal. No hay autoridad que prohibía, bajo pecado mortal, una película. La Legión de la Decencia Mexicana únicamente aconseja, y no se peca por ir contra ella sino por el daño que se cause uno al ver tal o cual película. Entonces, digo, la conciencia… El criterio es el único que nos dice si ir al cine es malo o no. El deber esencial del cristiano es formarse una recta conciencia. En lo siguiente te diré cuál es mi conciencia y mi criterio sobre el cine.


Como diversión, es fatal: embota y desorienta el entendimiento, ablanda la voluntad y desarrolla demasiado la imaginación; no hace práctico al joven que lo ve, lo hace vivir otro mundo todavía con más intensidad que en una lectura. Hay pocas películas verdaderamente buenas y difíciles de encontrar, de tal manera que se saca poco provecho de ellas.

Una cosa que no causa provecho, hay que dejarla. Una cosa que no es útil para esta vida ni para la otra, hay que suprimirla. ¿Qué hay que hacer cuando se trate de ir al cine a ver tal o cual película?

1. Ver si es lícito que yo me divierta, es decir, si he cumplido con mis deberes.
2. Informarse sobre la película que van a dar, es decir, de qué se trata, cuál es su argumento, su presentación, si es lícito que yo la vea, etc.

¿Cómo se puede uno informar?

1. Algo por los anuncios.

2. Por la Legión de la Decencia Mexicana, en sus hojitas Apreciaciones.

He llegado al punto de las hojitas y sus famosas letras: (A) (B1) (B2) (C1) (C2), que significan lo que ya sabes. Como información, me parecen superiores. Como censores, tienen sus defectos, tanto de un lado del bien como de un lado del mal. Mi actitud hacia ella como censora de espectáculos (y yo, como miembro de Acción Católica), le tengo que conceder autoridad suprema. Digo miembro de Acción Católica no porque sea yo un miembro activo pero sí un miembro que reconoce (como el Papa) la necesidad de la Acción Católica, y por ello debo apoyarla con mi obediencia en su departamento de Censura Cinematográfica. 

En cuanto a mi actitud hacia ella (la Legión de la Decencia Mexicana), debo decir que yo sería un censor más estricto.

Quiero, María de la Luz, que si tienes razones que creas suficientes para modificar mi conciencia, me las des, pues esta conciencia me lleva de una manera rápida a no ir casi nunca al cine, y más cuando considero que yo no tengo bien formado mi criterio, hasta tal punto de sólo ir a las películas en "A", es decir que no soy más que un niño.

Respecto a ti, no sé qué decir, pues sé que privarte del cine sería mucho pedirte. Es decir, yo quiero convencerte, llegar a tu inteligencia, no sólo a tu corazón. Porque... no sé si me equivoque, pero tu corazón ya es mío y has dado ya pruebas de que eres capaz de todo por mí, a lo cual solamente te puedo responderte con darte mi corazón entero, mi amor espiritual, que es el único eterno, darte mi amor por toda la vida.

Respecto a mi oposición a ir el martes a ver Noche y Día, tuve dos razones:

1. La índole de la película er algo semejante a ir a un cabaret. Es así que tu mamá, sabiéndolo, no nos llevaría a un cabaret. Luego, mi deber era no ir.

2. Después de la película, ¿podía yo platicar sobre ella contigo? ¿Nos daba ejemplo de algo bueno? Al contrario, para un hombre peligrosísima. Luego, no debía ir.

Pues bien, María de la Luz, tendría yo una y mil razones para retirarnos del cine. Yo prácticamente estoy retirado, pues de no ser contigo… Y en las condiciones del miércoles no iré. Dime tus dificultades para que tú te retiraras. Interiores y exteriores. 

Y, sobre todo, no sólo hay que estar retirado físicamente sino espiritualmente y con convencimiento.

Esta carta, larga en sermón, lleva hacia ti un gran amor, un amor real y eterno que podrá conquistar el mundo entero. En otra ocasión te hablaré, si quieres, de otro asunto.

Quien no te olvida y te adora.

Agustín

NOTAS. (1) La Legión de la Decencia Mexicana, organismo incorporado a la Acción Católica Mexicana, publicaba un boletín quincenal titulado Apreciaciones, en el cual se censuraban las películas que estaban en exhibición. "La censura al cine no era algo nuevo y, de hecho, la propia liga la realizaba desde los años treinta: el primer boletín apareció el 20 de enero de 1934, dos años antes de la aparición de la Encíclica sobre los espectáculos cinematográficos, escrita por el papa Pío XI el 29 de junio de 1936." María Martha Pacheco, El conservadurismo católico en campañaLos rostros del conservadurismo mexicano, pp. 155-156. Publicaciones de La Casa Chata, 2005. La encíclica a la que se refiere la autora es Vigilanti Cura, cuya lectura recomiendo, pues en ella y en su autor recae toda la responsabilidad de un hecho triste: muchos jóvenes católicos de la generación nacida en los años 20, al admitir y seguir la postura de Roma, se privaron a sí mismos de vivir y de gozar piezas fundamentales del arte de su tiempo. No es el caso, por supuesto, de Noche y día, película menor que no merece una defensa apasionada . (2) Noche y día (Night and Day, 1946) fue dirigida por Michael Curtiz (lo recordamos por Casablanca -1942-, pero también por Las aventuras de Robin Hood y Dodge City, ambas filmadas en los años 30). La película, estelarizada por Cary Grant, Alexis Smith y Monty Wooley, fue estrenada en México el 27 de noviembre de 1947, en el Cine Chapultepec.  (3) Cuenta el bloguero Alberto Abuín que cuando Cole Porter vio esta película supuestamente basada en su vida, dijo: "Si sobrevivo a esto, sobreviviré a cualquier cosa". Nos advierte Abuín que la película nada tiene que ver con la vida real de Porter: "La película es la típica producción hollywoodense, llena de colorido y glamour (…). Pero Curtiz logra que el film no caiga en el desastre gracias al ritmo que le imprime, dos horas nunca aburridas, y que de vez en cuando dota al conjunto de su peculiar uso de la técnica, movimientos sutiles y descriptivos de la cámara (…). Sin embargo, su estilo no está presente durante toda la película; por momentos se le nota desganado, como si la historia no le interesara". (4) ¿Qué vieron los señores de la Legión de la Decencia Mexicana en Noche y día como para provocar en el joven y escrupuloso Agustín tan desmedido rechazo a dicha película? Habrá que volver a verla con los ojos turbios de ese catolicismo demente y mutilador. Lo que ahora puedo señalar es que con los años -y acaso ante la necesidad de entender a sus hijos- Agustín amplió su criterio y su tolerancia, sin perder la candidez y la pureza de su alma de niño eterno.