sábado, 28 de septiembre de 2013

28 de septiembre de 1947

Puebla, a 28 de septiembre de 1947.

Mi querida María de la Luz:

Son las 9 de la mañana y todavía no voy a misa, pues desperté a las 8. Como ves, mi mano está torpe. Pero yo ya no me vuelvo a enyesar, por lo menos mientras esté en el colegio, pues ya ves que solamente yo puedo con lo que tengo que hacer. Puedo dibujar mejor de lo que escribo, que para mí es lo más importante. Además de esto, tengo que hacer un trabajo de mi papá y tengo que tener las dos manos libres. De modo que ya me quité aun el yeso que tú viste que me quedaba. Tengo que manejar el teodolito. El próximo sábado o domingo, voy a ir a Tlatlauquitepec, que es por Zaragoza, por la carretera a Nautla, antes de llegar a Teziutlán. De tal manera que no iré el 5 a ver tus hermosos ojos que quiero tanto y que no me gusta ver llorar o, por lo menos, saber si yo puedo remediar ese llanto.

Yo creo que me curaré de mi dedo sin estar enyesado, aunque quizá en más tiempo. Solamente me duele cuando lo doblo, de tal manera que no puedo cerrar el punto; pero creo que esto se me pasará. Lo único que sentiría es que me quedara así y no pudiera tocar la guitarra, que no pierdo la esperanza de aprender.

Ya me voy a misa, de tal modo que me saludas a todos. Y tú recibe un abrazo y un beso de quien te quiere y te ha dado toda su alma.

Agustín

NOTA. Tlatlauquitepec es un municipio poblano. 65 años después de escrita la carta presente, su ciudad cabecera (del mismo nombre) fue declarada Pueblo Mágico.


martes, 24 de septiembre de 2013

22 de septiembre de 1947

México, septiembre 22/47

Querido Agustín:

He dejado pasar algunas horas después de recibir tu carta, para tratar de encontrar una contestación correcta; pero aún no sé ni cómo empezar.

El escultor nunca ha pedido permiso a la arcilla para darle tal o cual forma. Sin embargo, a mí me sucedió algo extraño, y ello fue querer yo sola darme la firma de quien me está modelando. Tengo entendido que la firma es lo último. Y así sabré esperar con paciencia. 

1928
Con todo esto te quiero decir que tú eres quien debe decidir en adelante. Pero sobre lo pasado (y con la pena de siempre) deseo que echemos tierra.

Me harás favor de darle unos buenos coscorrones a ese espantapájaros de mi retrato, pues no tiene por qué estar con el ceño fruncido sino que, al contrario, debía de desaparecer de la pura vergüenza. Todo se parece a su dueño (quiero decir, a su ex-dueña). ¡Perdónalo, porque es tontito!

Te quiere y te querrá siempre, hasta la muerte, María de la Luz.

NOTAS. (1) Parece que no nos enteraremos del conflicto de pareja sucedido en esos días, porque el amor lo ha convertido en un penoso acontecimiento que tanto María de la Luz como Agustín desean olvidar. (2) Con excesivo e injusto menosprecio de su propia persona, María de la Luz insiste en dejarse llevar por la bondad y el buen juicio de Agustín, a a quien llama su escultor y a quien otorga el derecho de absoluta autoría de ella misma.

sábado, 21 de septiembre de 2013

21 de septiembre de 1947

Puebla, a 21 de septiembre de 1947.

Agustín en los años 90

Mi querida María de la Luz:

Si no fuera por ti, si no fuera por el recuerdo de esa linda voz que pronunciaba "te quiero con toda el alma"... Pues bien, si no fuera por eso, en estos momentos estaría echando mil chispas, por lo cual no sabes cuánto sentiría que guardases rencor por lo que te hice. Pero, pensándolo bien, no sé darte una explicación que me deje tranquilo. Pero lo que sí sé es que yo también te quiero con toda el alma y por esto también dudé algo antes de mandarte mi anterior carta, pues no quieo lastimarte en ninguna forma. Por eso, por ahora pongo punto y aparte.

He encontrado todas las cosas como me temía, sin adelantar en nada, y tal vez no nos podamos ver el jueves, como son mis deseos; pero yo estaré con toda mi alma contigo, en todas mis acciones te recordaré.

Tenía yo el proyecto de ir el 25 a darte una molestia, pues tengo que escribir algo en máquina. Es larguita la cuestión. Pero, si me decido, antes le pido permiso a mi tía Luchena y a tu mamá.

Saludos a todos. Y tú recibe el cariño de quien no te olvida. Siempre tuyo.

Agustín

NOTAS. (1) Hay algo que me llama la atención. Esta carta está fechada el 21 de septiembre, mismo día en que María de la Luz responde a la tácita petición de Agustín de que ella lo ayude a "escribir algo en máquina". Para explicar esta simultaneidad de petición (esta carta) y aceptación (ver carta de María de la Luz del 21 de septiembre), digamos que es probable que los novios hallan conversado por teléfono entre el momento que Agustín escribió su carta y el momento en que María de la Luz escribió la suya, y que en dicha conversación telefónica Agustín haya hecho la misma petición que hace en su carta. (2) En cuanto al pequeño conflicto entre los novios, seguimos sin conocer su naturaleza. Sólo sabemos que ambos están con ánimo de corregir el entuerto.

21 de septiembre de 1947

México, septiembre 21/47

Querido Agustín:

Probablemente mañana reciba tus cartas. Pero me he puesto a escribirte, pues deseo que ésta salga lo más temprano posible (son las 8:50 pm).

Ayer, en la mañana, sólo salimos la Nena y yo a depositar la carta que envié a Laura. Y en la tarde, a la Sagrada Familia a que Lili se confesara. El día de hoy fuimos a la Congregación. Regresamos y no salimos sino hasta las 5 pm, hora en que Ma nos llevó a la Villa a un asilo de ancianos. Salí con el corazón destrozado al ver semejante espectáculo.

No sé si entendí bien (¡Dios quiera que así sea!), pues no te imaginas qué contenta estaré en poder serte útil en algo, ya que en tantas ocasiones te he causado trastornos. ¿Vendrás y te escribiré? No podría desear nada más, pues es todo cuanto deseo: ayudarte (aunque sea un poquito) y tenerte cerca. ¡Ven! Te prometo formalmente no volver a ser tonta.

¿Te vendaron la mano? ¿Ya no has tenido molestias?

Saluda de nuestra parte a todos. Y tú recibe el inmenso amor de María de la Luz.

P.D. He hecho todo cuanto ha estado a mi alcance para cumplir con tus deseos. Por ti sabré si he logrado complacerte.

NOTAS. (1) Ahora sabemos que, por fin, María de la Luz escribió una carta a Laura, hermana de Agustín, después de haber dejado de hacerlo, por sugerencia de él ("Si no responde a tus cartas, ya no le escribas"). No conocemos el contenido de esta reciente carta, pero podemos suponerlo: María de la Luz habrá aconsejado a su futura cuñada una sabia mezcla de prudencia y obstinación, una combinación de respeto a sus padres y defensa de sus sentimientos hacia el joven Alejandro Barroeta. Es decir, la misma conducta que María de la Luz ha usado para no agitar las aguas de la intolerancia paterna.

(2) Hablemos un poco de los conflictos familiares de Laura Aguilar Rodríguez. Sus padres no aprueban el noviazgo de la hermana de Agustín porque Alejandro tiene fama de noviero y, para colmo, su situación económica parece inestable (tan inestable, a propósito, como la de los varones Aguilar Rodríguez, así que este hecho debería ser irrelevante; en cuanto al primero, la fama de Alejandro, recordemos que estamos en la Puebla de los años 40; si casi setenta años después nos sigue espantando el conservadurismo de los poblanos, imaginemos las dificultades de una joven de entonces para vivir  su amor). Alejandro tiene 27 años de edad, es huérfano de madre (desde muy pequeño) y no cuenta más que con estudios primarios. Trabaja como chofer de camión de pasajeros (antes, manejó una pipa de agua, fue obrero en una fábrica textil y colocó vías de tren en Estados Unidos). Y aunque don Ismael y doña Esperanza no lo ven con buenos ojos, él se irá ganando la confianza y el cariño de sus futuros suegros, e incluso de sus futuros cuñados. ¿Cómo? Con su honestidad, su laboriosidad y su paulatino progreso.

Demos un salto a 2013 y escuchemos las palabras de José Manuel Barroeta, primo hermano del que ahora teclea: "Por fin le dieron oportunidad a mi padre de entrar a la casa de mis abuelos. ¡Pero tuvieron a mis padres muy vigilados! ¡Imagínate la labor de vigilancia de mis tíos maternos! Ismael estuvo a punto de liarse a golpes con mi padre. Y Rafael, Nicolás y Agustín también estaban ahí para cuidar a su hermana Laura. Mi padre siempre ha respetado y querido mucho a la familia de mi madre. Hoy, ella tiene 87 años de edad. Mi padre cumple 93 en octubre Estoy seguro de que se siguen amando como hace más de sesenta años".

(3) La alegría de María de la Luz se debe al hecho de que Agustín ha pedido a su novia que lo ayude a pasar a máquina unos manuscritos.

(4) Seguimos sin tener muy claro el pequeño conflicto que habrá surgido entre Agustín y María de la Luz. Lo único que sabemos es que ambos buscan ansiosamente la reconciliación. Tanto él como ella están dispuestos a asumir toda la culpa, si con ello se evita el distanciamiento.




jueves, 19 de septiembre de 2013

19 de septiembre de 1947

Puebla, a 19 de septiembre de 1947.


Agustín rodeado de sus primas

Mi querida María de la Luz:

Son las tres y media de la tarde y me he puesto inmediatamente a escribirte, después de haber comido y platicado con mis hermanas y mi papá y mi mamá sobre mi mano (me dijeron que necesitaba yo calcio).

Pues bien, llegué aquí, a Puebla, a la una y media, después de un buen viaje, sin una parada, ni siquiera en Río Frío. Y de esta manera llegué a mi pieza, donde lo primero que vi fue tu retrato. Y me pareció verte con el ceño fruncido.

Trataré ahora de explicarte mi posición. Para ello, te repetiré que te amo con todas mis fuerzas, que nunca he amado de esta manera.

No es una lección. Quiero convencerte y ponerme en un término medio, para que no te sientas apenada. Pero si tienes una luz más alta, con la cual quieras que se iluminen nuestros pasos, todo lo que venga de ti lo aceptaré.

Pues bien, mi terreno, mi luz que te propongo es la siguiente… Ya no te diré qué no merezco, pues esto tal parece que no te convence. Pero lo que he visto claro es que con mi actitud un poco equívoca, ese amor en que se están fundiendo nuestras almas y personas (esa única persona en la cual se deben convertir nuestras dos personalidades) aún no está bien sazonado, aún no está bien formado, aún no merece simbolizarse.

Dejo sin explicación la parte de quién tiene la culpa, de cuándo mereceré para que tú puedas decir… O si quieres que lo diga yo. O más bien que elija yo. O lo que tú quieras. En fin, que tú me hables. Ahora, sí tú quieres ya no tratar la cuestión, también me lo dices, pues cualquiera que sea tu decisión, yo la aceptaré con todo gusto.

Saludos a todos. Y tú recibe el cariño de quien te ama con toda el alma.

Agustín

P.D. Saliéndome de mi filosofía barata de esta carta, te diré que me hizo bien el dolor o pena que te haya causado, pues te quiero más. Y también que pronto quiero darte la cuelga que quieras.

NOTA. Oscura y enmarañada, esta carta merece un estudio posterior, aquel que hagamos apenas cartas ulteriores echen luz sobre ella. Especular sobre los vaivenes del pensamiento de Agustín, es riesgoso. Seamos pacientes. ¿Por qué, al ver el retrato de su novia, Agustín ve fruncido el ceño de María de la Luz? ¿Qué hizo enojar o incomodar a Nené? ¿De qué culpa habla Agustín? ¿Qué pasó entre el 12 de septiembre y el 19 de septiembre? Una semana. Entendemos estos lapsos de silencio epistolar como momentos de encuentro personal. De ser así, ¿qué pasó en esos días?

jueves, 12 de septiembre de 2013

12 de septiembre de 1947

Puebla, a 12 de septiembre de 1947.

Mi querida María de la Luz:

Acabo de leer tu carta fechada en 11 y en la que me das o, mejor dicho, me devuelves las banderitas que te compré.  Bueno, pues rápidamente, como ves, doy contestación a tu carta, pues aunque hoy tengo mi último reconocimiento y es fácil, estoy muy ocupado por el trabajo de que ya te he hablado y que no hemos podido entregar.

Salí bien de mis reconocimientos y espero que nos veamos pronto. Saludos a todos. Y tú recibe el cariño de quien no te olvida.

Agustín

P.D. Te avisaré si voy o no voy por vía más rápida que carta. Ojalá llegue mañana ésta.

Sí, es cierto, María de la Luz devuelve las banderitas que compró Agustín para ella;
pero lo que no dice la carta es que, antes de devolverlas, Nené escribió algo en ellas.
He aquí una de las banderitas.



NOTA. (1) Frente a la vehemencia de María de la Luz, el laconismo epistolar de Agustín puede hacernos pensar, equivocadamente, que hay cierta disonancia sentimental entre él y ella. No es así. La frecuente aridez del joven al escribir es compensada por la efusividad de sus palabras cada vez que está frente a María de la Luz. Ella, en cambio, se vuelve reservada frente a Agustín, aunque su sonrisa y sus ojos la delatan a cada instante. (2) En la banderita, María de la Luz escribió: "9 de septiembre de 1947. Banderita desprendida del sueño que tuvo Agustín esa noche". Nada sabemos del sueño al que se refiere Nené, pues no se relata en su correspondencia. Sin embargo, podemos suponer que dicho sueño giró en torno a una fiesta de celebración de la Independencia. Y María de la Luz tiene, como es su costumbre, una ocurrencia encantadora: dejar registrado el hecho que le habrá contado Agustín: "Tuve un sueño. Estamos tú y yo en el Zócalo, celebrando la Independencia. Toda la gente, también nosotros, agita banderas de México. Tú sonríes. Yo te beso. Y hablamos de nuestra "independencia". ¡Mira! Aquí te entrego las banderitas que agitábamos en el Zócalo de mi sueño."

miércoles, 11 de septiembre de 2013

11 de septiembre de 1947

México, 11 de septiembre de 1947.

Querido Agustín:

En estos días se me ha acumulado el trabajo de la casa, pues la chiquilla que me ayuda no ha venido. En parte por eso y en parte porque pienso que pronto te veré, los días han pasado con menos lentitud. No he salido para nada. Y quizá no lo creas, pero me encuentro muy contenta estando en mi casa y sólo me entusiasma salir cuando tú te hallas conmigo.

¿Cuál será el cariño que no me puedes dar? ¿Lo has dividido? ¿Guardas algo? ¿Y cómo quieres que lo reciba si tú no me lo puedes dar? El día en que te di mi cariño, te lo di todo entero, sin reservas ni temores. Ha ido aumentado. ¡Y te lo he dicho! Pero esto no quiere decir que si te quería menos antes haya sido porque no te daba todo. Siempre, siempre te he dado y te daré todo lo que tenga. Si mi “haber” aumenta, esto significa, para mí, felicidad, pues amor es sinónimo de felicidad, bondad, de… Dios.

Pero debo de haber interpretado mal, porque yo siento que tú también me das todo lo que tienes. ¿O me equivoco? Bien pudiera decirte infinidad de cosas que… siento, que pienso, que deseo, pero prefiero callar, porque es más valioso el silencio y porque es más divino el amor que no conoce la luz que, a pesar de ser pura, lo mancha. ¡Cuídalo como yo quiero cuidarlo! Mientras más puro sea éste, mayor (puedes estar seguro) será nuestra felicidad y sobre todo más duradera.

Tuya, María de la Luz.

P.D. ¿No se convirtió en pesadilla tu sueño? Porque hubo muchos cohetes. El dibujo merece 10.

NOTA. Esta carta intensa y profunda merece comentarse. Para hacerlo, digamos primero que muy torpes seríamos si pensáramos que estos dos jóvenes carecen de cuerpos. ¡Ambos los poseen y están muy vivos! Él tiene 23 años de edad y ella está a punto de cumplir 21. Sin embargo, la severidad y el rigor de su formación católica hacen de las palabras de ambos –al menos de las palabras de Agustín- laberintos verbales y pozos de mistificación. Con base en este hecho (demostrable durante toda su correspondencia), advirtamos que esta carta parece la consecuencia airada de alguna conversación directa entre los novios.

Atisbamos claramente las palabras de Agustín a través de la inquieta pregunta de María de la Luz: ¿Cuál es el cariño que no me puedes dar?, pregunta que es casi un reclamo y una expresión de asombro, una manifestación de escándalo: ¿Cuál es, Agustín, el cariño que no me puedes dar?

Proclive siempre al lenguaje parabólico, ambiguo e incluso enigmático, Agustín quiso acaso referirse con mucho tiento y suficiente delicadeza al anhelo erótico.

Imaginémoslos sentados en una de las bancas del pasillo exterior de casa de tía Luchena:

¿Te digo algo, Nené, y no te enojas?

María de la Luz sonríe y lo mira fijamente.

-Si no me lo dices, me enojo.
-¿Sabes qué siento en este momento?
-¿Qué?
-Que deseo darte todo mi cariño.
-¡Dámelo!
-No puedo. Hay un cariño que no puedo darte, por ahora. No puedo, no debo, no debemos.
-No te entiendo. Y sí: ya estoy enojada.

Ambos prefieren cortar la conversación y hablar de cosas menos complicadas. Pero María de la Luz entristece un poco, porque no está segura del sentido de las palabras de Agustín. Piensa, equivocadamente, que es ella la única que trae un volcán en sus adentros, porque no puede imaginar que el hombre que ama tenga debilidades humanas, como las que ella cree reconocer en sí misma. Frente a la firmeza moral de Agustín, ella se siente débil física y espiritualmente. ¡Porque ella sí reconoce su cuerpo! ¿Agustín lo reconoce? Sí, afirmamos tajantemente. Y su confesión lo delata: “Hay un cariño que no puedo darte”. Pero como María de la Luz no imagina que su novio también reconoce su cuerpo, tuerce entonces la confesión de él y la vuelve admisión de avaricia amorosa (porque un caballero tejido con virtudes, un santo que lucha por más santidad, al decir que se encuentra imposibilitado a entregar "cierto" cariño, no puede estar hablando del amor erótico). Y es entonces cuando María de la Luz construye una pieza maestra (digna de los mejores momentos del barroco) para reclamar lo que a ella le corresponde por derecho: todo el amor del hombre al que ama. Repitamos ese discurso y observemos su ingenio y su elegancia literaria:

¿Cuál será el cariño que no me puedes dar? ¿Lo has dividido? ¿Guardas algo? ¿Y cómo quieres que lo reciba si tú no me lo puedes dar? El día en que te di mi cariño, te lo di todo entero, sin reservas ni temores. Ha ido aumentado. ¡Y te lo he dicho! Pero esto no quiere decir que si te quería menos antes haya sido porque no te daba todo. Siempre, siempre te he dado y te daré todo lo que tenga. Si mi “haber” aumenta, esto significa, para mí, felicidad, pues amor es sinónimo de felicidad, bondad, de… Dios.


Después de este párrafo (que está a la altura de las argumentaciones de sor Juana cuando la jerónima describe la elocuencia del silencio), llega un remanso emocional. Y María de la Luz se calma, pero su tranquilidad es el escenario propicio para la atrevida y desafiante insinuación: 

Bien pudiera decirte infinidad de cosas que… siento, que pienso, que deseo, pero prefiero callar.

No satisfechas de sí mismas, tales palabras dan paso a una de las más hermosas metáforas de esta niña apasionada (el amor de los cuerpos es luz). Gracias a un ligero desliz de su lengua, María de la Luz deja registrada para nuestra gracia esta asociación nacida de su reflexiones idílicas y de sus imaginaciones solitarias: el amor de los cuerpos es luz.

Al final, las palabras de la niña dan también paso a una propuesta gloriosa: “Si hemos de dominar nuestras pasiones, cuidemos nuestro amor."

domingo, 8 de septiembre de 2013

6 y 7 de septiembre de 1947

México, 6 de septiembre de 1947

Querido Agustín:

Bien poco tengo que decirte de esta semana, la cual ha pasado tan lenta como las anteriores. Las tardes las he ocupado en escribir más tarjetas y sus respectivos sobres, que me encargó el padre Oñate. Ni un solo día he dejado de comulgar por ti, y especialmente lo haré el día 10. ¡Dios te ayudará, vida mía!

El lunes es cumpleaños de Tití y ayer en la mañana fui al Puerto de Liverpool a comprarle algunas cosas que le daremos mañana, pues el día 8 no consiente que se le diga ni una palabra. Guarda muchos recuerdos tristes, ya que no vive mi tío, que era toda su alegría.


Junto con tu carta, llegó una de Nico para la familia y unas tarjetas para Lili y para mí.

Tal vez no sea muy oportuna mi pregunta, pero te la haré, pues la he guardado ya mucho, y muchas veces me la he hecho inútilmente: ¿Cuándo vienes? de ninguna manera deseo pasar los días 15 y 16 sola. Rectificaré: de ninguna manera, de ser posible que tú vengas. Pero lo será, ¿verdad? Nunca podrás imaginarte con cuánta ansiedad y alegría espero tu llegada.

De nuestra parte, saluda con cariño a todos en tu casa. Te quiere

María de la Luz

P.D. Te manda muchos saludos mi periquito y me dice: ¿Cuándo viene Agustín? ¿Mañana? Yo le he dicho que sí, para que no se ponga pesado.

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Domingo 7 de septiembre

Ya me disponía a salir para ir al correo, cuando pasó el cartero y con la frase acostumbrada me entrtegó mi carta: "Ésta es para usted". Llena de contento, volví a entrar para leerla sin riesgo de morir bajo las ruedas de un coche.

Créeme, alma mía, que no ha sido voluntario este retraso en escribirte. Mejor dicho, en enviar mi carta. Ayer escribí, y cuando Lilí al fin decidió acompañarme a depositarla, comenzó a llover a cántaros. Y ya no fue posible sacar ni un dedo fuera de la casa. Lilí me consoló diciéndome que de todos modos ya no saldría sino hasta el lunes, y pensé que poniéndola en el correo mayor al salir de misa ganaría el tiempo perdido. Pero, siguiendo mi malísima costumbre de no cerrar el sobre sino en el momento de ponerla en el buzón, llegué y al tratar de pegarla -como día que comienza con mala suerte- el ingrato sobre no se quiso pegar. Como comprenderás, tuve que volver a casa con mis propios honores.

Aprovecho ahora lo sucedido para enviarte todo mi amor con estos renglones, que no son, como dices, buenos. En cambio, en tus cartas encuentro todo cuanto pude desear y que en manera definitiva ha hecho cambiar el rumbo de mi vida y... En fin, son tus cartas las que día a día me traen nuevas y desconocidas alegrías. Has logrado que te quiera más de lo que yo imaginaba llegar a quererte.

Como ves en mi carta escrita ayer, te pregunto cuándo vienes. Y he recibido contestación antes de que llegara a tus manos. Ahora sólo falta que me precises cuándo exactamente.

Te quiere
María de la LUz

P.D. El 25 de septiembre cumplo 21 años. ¿Satisfecho? Ya tú veras si soy vieja.




NOTAS. (1) El R.P. Ángel Oñate es entonces el Superior General de los Misioneros del Espíritu Santo y amigo íntimo de la familia Osorio Mondragón. (2) De Titi (Guadalupe Romero) habremos de hablar más adelante, para hacerlo con calma. Sólo digamos que estamos hablando de una mujer que alcanzó los cien años de edad y a la que los hijos de María de la Luz veríamos sentada y tranquila, encorvada y ciega, junto al hermoso radio de mesa del comedor de casa de Luz Elena Osorio Mondragón (nuestra amada Ma). Titi seguía con mucha atención la transmisión de las corridas de toros y algunas radionovelas). Ahora, por esta carta de María de la Luz, nos enteramos de la amorosa veneración que tuvo Guadalupe Romero por el ingeniero José Luis Osorio Mondragón (Pa), fallecido en abril de 1944, tres años antes de que iniciara la historia de amor epistolar en la que ahora nos encontramos. En alguna entrega próxima subiré una fotografía de Titi. Mientras, conformémonos con una imagen de 1948 tomada durante una comida con un grupo de mujeres italianas que llegaron en esos días de visita. En el sentido de las agujas del reloj, tenemos a María de la Luz (al fondo), una italiana, Guadalupe Romero (Titi, de espaldas), otra italiana, Luz Elena Osorio Mondragón (Ma, tía de María de la Luz), Concepción Mondragón (madre de María de la Luz) y una tercera italiana (tras la planta).


viernes, 6 de septiembre de 2013

6 de septiembre de 1947

Puebla, a 6 de septiembre de 1947.

Mi querida María de la Luz:

Cada vez me gustan más tus cartas, y mis contestaciones me parecen faltas de mérito. Eres ideal y así les parece a todos los de mi casa. De tal manera que no sé cómo se te puede ocurrir que te tengan rencor, pues desde Margot hasta mi mamá y mi papá, todos te quieren. Quizá haya habido cierto desprendimiento, porque saben que yo te estoy atendiendo. En cuanto a Laura, yo la considero un poco enferma; pero en cuanto a que le escribas o no le escribas, yo no creo que...  Si ella no te ha escrito, tú tampoco le debes escribir. Aunque no sigas esta doctrina conmigo, pues si ahora he retardado mis cartas es porque mis reconocimientos me tienen en tensión constante. Y, como te digo, no puedo aceptar lo que me dices de no abrir tus cartas, pues ellas me dan un empuje más hacia el éxito. E igualmente no te dejaré de escribir, pues aunque casi no te diga nada, cuando me pongo a escribirte me siento muy cerca de ti. Procuraré ir lo más pronto posible.

Quisiera, María de la Luz, que me dijeras la fecha de tu cumpleaños. Solamente sé que es a mediados de este mes de septiembre.

Ayer comulgué. Yo te agradezco mucho que pidas a Dios por mí. 

Quisiera decirte muchas cosas, pero ya me voy a clase de 7 a.m. Piedad dice que ya te escribirá, pues tu carta se la mandó a María de Lourdes. Saludos a todos y tú recibe todo el amor de quien no te olvida.

Agustín

NOTAS. (1) Al transcriptor de estas cartas no lo convencen ni las disculpas ni las explicaciones de Agustín sobre la presunta animadversión de sus hermanas contra María de la Luz. Entiende pero no comparte el esfuerzo exculpatorio. María de la Luz tiene motivos fundados para sospechar que las hermanas de su novio no están colaborando para que la relación germine. Incluso, parece que entorpecen su desarrollo. Es posible que vean con mejores ojos a Margarita Cuburú, amiga de las Aguilar. De cualquier manera y aunque estamos hablando de jóvenes que no alcanzan los 25 años de edad, hay que señalar que el recelo de María de la Luz  nunca se apagará del todo, como tampoco se agotará el espíritu conciliador de Agustín. Y será esta conexión entre susceptibilidad y condescendencia una de las claves de la felicidad de nuestros enamorados. Ya hablaremos de ello.(2) El diagnóstico de Agustín sobre su hermana Laura es absolutamente equivocado. Ni siquiera se trata de un juicio moral: sólo es un exabrupto surgido de la rigurosa lealtad del joven hacia sus padres. (3) La foto que acompaña esta entrega nos muestra a Agustín en 1926, año en que nació María de la Luz.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

4 de septiembre de 1947

Puebla, a 4 de septiembre de 1947.

Mi querida María de la Luz:

Esperando que ya te hayas aliviado y estés gozando de salud, me pongo a escribirte y dar contestación a tu admirable carta. Hasta estos momentos, he estado tan ocupado que no he tenido tiempo de escribirte y menos de pensar si aceptaré eso de que no te escriba en este tiempo. Tus cartas me proporcionan un momento de amable descanso y una inyección de optimismo y energía para poder seguir en lo que estoy y que con razón dices que es muy importante.

Pues bien, como te digo, no te había escrito y ahora lo hago para decirte que no sé cómo pagarte todo y no sabes cuánto siento que te hayas enfermado. 

El domingo fui al Foot-Ball, llevando a Piedad. Jugaron Puebla-Atlante, ganando Puebla. Estuvo malo el juego. Después, seguí con mi lección de manejar el camión. Ya me dio el acelerador (voy despacio). Lunes, martes y miércoles estuve muy ocupado. Y así estaré, no sé hasta cuándo. Otro día te contestaré más despacio que ahora. Saluda a todos. Y tú recibe el cariño de quien no deja de quererte y ni un momento te olvida.

Agustín

P.D. El miércoles 10 son la mayoría de mis reconocimientos. Me gustaron los versos que me mandaste.



NOTAS. (1) El partido de fútbol al que asistió Agustín con su hermana Piedad, fue parte del torneo de Primera División llevado a cabo durante 1947 y 1948. Al final del torneo, el Puebla quedó en cuarto lugar y el Atlante en penúltimo. El León obtuvo su primer título de campeón y el Oro quedó como subcampeón. Entre los goleadores del campeonato estuvo Ricardo "Changa" Álvarez, del Puebla, con 19 anotaciones. Observemos la manera de escribir el nombre de este deporte: Foot-Ball. Al revisar la correspondencia, hemos detectado que entonces no hay todavía una clara españolización del término (fútbol). (2) En la foto (circa 1926), los hermanos Aguilar Rodríguez (de izquierda a derecha): Piedad, Esperanza, Teresa (con su mano en el hombro de) Agustín, Carlos (de corbata), Ismael y (sentado) Rafael. Faltan Laura y Nicolás. En los ojos del pequeño Agustín es posible ver a varios de sus futuros hijos, nietos y bisnietos. Para comprobarlo, basta acudir a una foto de infancia de Juan Carlos Aguilar Tagle, Alejandro Videgaray Aguilar o Renata Ruiz Aguilar.

martes, 3 de septiembre de 2013

3 de septiembre de 1947

México, a 3 de septiembre de 1947.

Mi Agustín:

Trataré de ser concisa y decirte mucho sin extenderme demasiado. Como siempre, vino a constituir un pedacito de Cielo el recibo de tu carta. Y también, como siempre, leí antes que otra cosa el primer y último renglón de ella: “Mi” y “Te ama”. Eso sólo me bastaría para ser completamente feliz.

¿No te has enterado de lo guapo que eres? Pues para mí no es nada nuevo. Sólo que lo confirmo con “ese” retrato. ¿No te enojas si chiflo? ¡Fiu… fiu…!

No alcanzo a comprender lo que en un párrafo me dices. ¿Me pides perdón por tu tristeza? ¡Ah, no, vida mía! Si en alguna ocasión debieras pedirme perdón, no será por estar o sentirte triste, sino al contrario, por callar alguna pena y sólo, ante mí, sonreír. No eres tú quien debe sonreír ante las penas, sino yo la que debo hacerte más llevaderas las aflicciones y tristezas que Dios quiera enviarnos como prueba de su amor. 

Como a ti, a mí también me alienta esa inmensa alegría de nuestro amor, bálsamo divino que calma cualquier dolor, por terrible que éste sea. Nunca evites, para mí, traslucir lo que en tu interior pasa, pues debes saber que una y mil veces me sentiré dichosa en ser en todo y para todo tu compañera.

Fue buena la idea de comprarte un despertador. Pero no quisiera que esas levantadas fueran demasiado temprano. Te hará mal restringir tu sueño.

Pitié nos escribió a Lili y a mí, pero sucedió que en vez de enviarnos la carta correspondiente nos envío la destinada a María de Lourdes. Te la mando. Y tú me harás favor de entregársela y decirle que la doy por recibida y que le mando muchos saludos, mientras le escribo, tanto a ella como a Laura (esto será cuando tú me lo indiques).

El ingeniero Escalona no ha venido. La última vez que lo vi fue allá, en Puebla, el domingo 17. ¿Recuerdas? Tampoco le he llamado por teléfono, pues pienso que ya se aburrió de enseñarme, y sobre todo teniendo tan poco tiempo disponible. Es una necedad mía insistir. Sin embargo, cuando lo vea le diré que te quedaste sin los papeles debido a una mala interpretación suya.

Hoy, miércoles, comulgué hasta las 10, hora en que vino el padre Hugo. Da nuestros saludos a todos en tu casa. Y tú recibe el cariño y todo cuanto posee María de la Luz.



P.D. Mi corazón, al recordarte sin cesar, te dice: ¡Ven! ¡Ven!

NOTA. ¿Será el ingeniero Escalona quien estaba, hasta ahora, dando a María de la Luz clases de guitarra o de piano? Si nos atenemos a cartas anteriores, donde ella habla de dichas clases, podemos suponer que sí, que su maestro de guitarra o de piano es el ingeniero Escalona. Sin embargo, también sabemos que en esta época María de la Luz resintió la ausencia de su tío José Luis (Pa) y el hecho de no haber aprovechado su inteligencia, su erudición, su cultura y su sabiduría. Y ya que el ingeniero Escalona fue colega de Pa, es probable que María de la Luz recibiera de él clases de alguna disciplina humanística, como una manera de rescatar al amado y venerado Pa.