jueves, 18 de julio de 2013

19 de julio de 1947

Puebla, a 19 de julio de 1947.

Querida María de la Luz:

Te hablé por teléfono a las 4 para que así supieras que no iba yo el domingo (como te digo en mi carta anterior), antes de que llegara tu papá. Después, me puse a seguir un dibujo que me dio mi papá a hacer. Y ahorita, dejando por un momento ese trabajo, son las seis de la tarde y por estas letras, salvando la distancia entre Puebla y México, me acerco a ti para poder decirte una multitud de cosas. 

Algunas preguntas de tu anterior carta, es decir, la fechada en 16 de julio y que la pusiste de entrega inmediata, mejor prefiero contestártelas de palabra.

He leído ya muchas veces tu verso, y quisiera estar bajo la sombra de ese oyamel y grabar en su corteza mi nombre junto al tuyo.

Esta semana he tenido bastantes ocupaciones, aunque sin estar abrumado. Sin embargo, no he tenido tiempo casi de nada. Me falta algo de organización, pero ésta voy a procurar tenerla y perfeccionarla, para poder darte problemas ya solucionados.

Ayer, mis hermanas se fueron al cine, no sin antes tener una discusión con mi papá. También ya te contaré, pero de palabra.

En fin, tengo tantas cosas que decirte; pero ninguna me satisface para decírtelas por escrito. De manera que, esperando que nos veamos pronto, les das saludos a tía Luchena, a tu mamá, a Titi, a Lily y a todos. Y tú recibe el corazón de quien no te olvida.


NOTAS. (1) Por esta carta, entendemos que el padre de María de la Luz (el abuelo José) ha expresado de alguna manera que no consiente el noviazgo de su hija y su sobrino.

(2)Agustín hace referencia al poema ("verso") que María de la Luz envió en su carta del 1 de julio de 1947. Reproduzco aquí, de nuevo, la hoja en que fue escrito "Calcomanía", a la vez que transcribo, también nuevamente, los cuatro cuartetos.

 Como rosa que al sol se abre, / como rocío que se estremece,  / así mi alma desfallece / por alcanzar tu divino amor. / Qué grande ante mi vista es / el oyamel que hoy nos cubre, / tal parece querer en su altivez / tocar la inmensidad del cielo. / Al igual que el oyamel, / en un esfuerzo supremo, / quiero tocar mi cielo, / quiero el imposible… a ti. / Mas si todo en vano es / y a mí, como al campo, / el hielo me matara, / antes de morir te dijera: Muero pensando en ti.

Al pie del verso 8, María de la Luz corrigió toda la línea. Ella había escrito: “tocar con su punta el cielo”, pero encontró más elegante la palabra “altivez”.  Sobre el 14, María de la Luz corrigió todo la linea, que se encuentra tachado: “y como en el campo”.

Repito también lo que señalé en las notas del 1 de julio:

Cuatro meses más tarde, el 6 de noviembre, María de la Luz reescribirá el poema. La diferencia es mínima pero significativa: doble signo de exclamación en el último verso: ¡¡Muero pensando en ti!!




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