miércoles, 6 de noviembre de 2013

7 de noviembre de 1947

Puebla, a 7 de noviembre de 1947.

Mi adorada María de la Luz:

Otra vez, lejos de ti, tengo grandes deseos de oír tu voz, de verte. Pero ya que no es así, te escribo en este papel azul, un ligero símbolo de mi felicidad.

No sabes cómo te agradezco los sándwiches, que me comí en el camino, en Río Frío, con una cerveza Sol. Los remojé de tal manera que me supieron deliciosos y me pusieron de muy buen humor, recordando mil y una cosas agradables.

Fui leyendo el Digesto Católico, que es muy bonito e instruye mucho.

Tengo muchas ganas de platicar contigo sobre mis emociones e incertidumbres.

Has de estar muy ocupada. Por eso no te insisto en que leas lecturas (si me permites decirlo así) que sean instructivas.

Dispensa si ahora que me hablaste por teléfono te traté bruscamente, pero no quise hacerlo. Saludos a todos y recibe el amor de quien no te olvida.

Esta imagen pertenece a un ejemplar
de la edición argentina
del Digesto Católico

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