jueves, 3 de octubre de 2013

4 de octubre de 1947



México, a 4 de octubre de 1947.

Cariñito mío:

Está haciendo un frío terrible, tal y como tú lo sentiste. Sólo que, como te dije, a tu lado hasta el frío me parece una bendición del Cielo. ¿Qué podría decirte, alma mía? Mi amor crece sin medida al sentirte tan distante. Y no tiene comparación mi angustia cuando te veo partir. ¡Te quiero mucho!

Me has dicho en varias ocasiones que me conoces bastante. ¿Estás seguro? ¿Y si te dijera que a menudo ni yo misma me conozco? ¿Crees conocerme más de lo que yo conozco a mi pobre persona?

Por mi parte, te diré que ansío poner fin a mis tonteras. Deseo no sólo conocerme a fondo, sino principalmente saber dominar mi espíritu inquieto. Esto me llevará tiempo, pero espero entregarte algún día este amor pero exento de tantos y tantos defectos que hoy posee.

Con mayor amplitud contestaré aquí a tu pregunta: Si se habla, se debe decir siempre la verdad; pero no todo se debe decir, pues eso sería una necedad.

Mi papá ha cambiado de manera de pensar con respecto a sus vacaciones. Ayer, en la tarde, me dijo que iríamos a Tuxpan en vez de Orizaba; pero aún esto no es seguro, pues tal vez vuelva a cambiar de opinión. Me dijo también que saldríamos el lunes 13.

Mañana comerá aquí Monseñor Tritschler. Y en la tarde será la confirmación del hijito de Bi.

Ya terminé el suéter de la Nena. Y ahora mismo, en la tarde, iré a su casa a entregárselo a sus tías.

Por carta o cuando vengas, me contarás el resultado de tu trabajo en Tlatlauquitepec. ¿Tu dedo cómo sigue? Ya voy a terminar Robin Hood. Me ha gustado mucho. Espero lo que me prometiste. No temas por mí. ¡Hasta mañana! (?)

Tuya,

María de la Luz

No hay comentarios:

Publicar un comentario