miércoles, 1 de enero de 2014

Enero de 1948


Mi querida María de la Luz:

Son las 2:45 a.m., y después de tener algunas pesadillas me he puesto a pensar cuál es la posición que debes tener tú respecto al problema de Lili. 

La posición que te aconsejo adoptes es la siguiente:

Una profunda adhesión a tu mamá, manifestada por la obediencia en actos y en espíritu y en la benevolencia que le manifiestes cariñosamente hacia sus defectos. Sé que te será duro, pero es necesario para que vuelvan a ser normales las situaciones y para que tú cooperes con tu grano de arena a quitarle un peso a tu mamá.

Lo que es necesario que hagas es que… ¡hagas las paces con Sergio! ¿Cómo?

Primera manera. Humillándote tú (si así lo quieres llamar). Si tú adoptas la iniciativa, no es humillación. O, mejor dicho, nadie te humilla, sino que tú, por tu imperial y absoluta voluntad haces un acto. Si lo haces con serenidad y no quedándote a medias, demuestras el control sobre ti mismo y tu majestad. La serenidad la demostrarás no regateando sino echándote toda la culpa de lo sucedido. Una fórmula te ofrezco:

-Señor Sergio, quiero que me disculpe lo que ha sucedido y lo olvidemos todo. Procuraré que no se vuelva a sentir molesto.

Inmediatamente, cambias la conversación hacia otros temas o pides que se de disculpe porque te retiras.

Segunda manera. Le dices a tu mamá que sería bueno que Sergio fuera por Lili al Instituto, que tú estás dispuesta a soportarlo. ¿Cómo te portarías durante ese continuo calvario? Te portarías digna, dominadora, vigilante, prudente y comprensiva, amable. 

En fin, debes estar dispuesta a proceder de las dos maneras.

Ya oigo bullir en tu alma una rebelión hacia lo que te digo. Pero esta carta es mucho más importante que la carta aquella que se refería a nuestro comportamiento.

Razones en las que me apoyo para pedirte esto:

1. Me demuestras que eres una mujercita serena que domina cualquier situación y que siempre te portarás digna y cristianamente, y que serás una madre que sabrá cuidar de nuestros hijos.

2. Que tu amor para mí no tiene límites.

Estas dos columnas son inconmovibles y eternas para nuestra felicidad.

Te hablo tan categóricamente porque me gusta ser claro, porque te quiero por toda la eternidad. Te amo mucho. Ya me tocará a mí el turno de corresponder. 

Como ya hace una hora que te escribo, me despido. Y acuérdate que son consejos. Si no los sigues, me conformaré con la posición que dejamos asentada ayer, es decir, que tú ayudarías a tu mamá. ¿Cómo? Te creo suficientemente capaz para saber cómo. Yo ya te aconsejé.

Se despide quien te ha querido, te quiere y te querrá siempre.

Agustín


NOTAS. (1) He decidido insertar esta carta aquí porque tengo dudas sobre su fecha. La carta está escrita en hojas de calendario pertenecientes a 1948 (5 a 8 de enero), pero el sobre en el que se encuentran dichas hojas dice 1949 (en un timbre dibujado por Agustín). En cuanto al destino de esta carta, es claro que no se envió por correo sino que se entregó personalmente. Si en las tareas de análisis de la correspondencia yo encontrara que la carta no es de enero de 1948 sino de enero de 1949, inmediatamente colocaré su transcripción en el lugar correcto. (2) Sergio es el novio (o pretendiente) de Lili, y los disgustos de María de la Luz parecen referirse a la falta de educación de este joven. Buscaré en estos días a mi tía Lili. Espero que pueda ella aclararme la situación.

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