jueves, 19 de septiembre de 2013

19 de septiembre de 1947

Puebla, a 19 de septiembre de 1947.


Agustín rodeado de sus primas

Mi querida María de la Luz:

Son las tres y media de la tarde y me he puesto inmediatamente a escribirte, después de haber comido y platicado con mis hermanas y mi papá y mi mamá sobre mi mano (me dijeron que necesitaba yo calcio).

Pues bien, llegué aquí, a Puebla, a la una y media, después de un buen viaje, sin una parada, ni siquiera en Río Frío. Y de esta manera llegué a mi pieza, donde lo primero que vi fue tu retrato. Y me pareció verte con el ceño fruncido.

Trataré ahora de explicarte mi posición. Para ello, te repetiré que te amo con todas mis fuerzas, que nunca he amado de esta manera.

No es una lección. Quiero convencerte y ponerme en un término medio, para que no te sientas apenada. Pero si tienes una luz más alta, con la cual quieras que se iluminen nuestros pasos, todo lo que venga de ti lo aceptaré.

Pues bien, mi terreno, mi luz que te propongo es la siguiente… Ya no te diré qué no merezco, pues esto tal parece que no te convence. Pero lo que he visto claro es que con mi actitud un poco equívoca, ese amor en que se están fundiendo nuestras almas y personas (esa única persona en la cual se deben convertir nuestras dos personalidades) aún no está bien sazonado, aún no está bien formado, aún no merece simbolizarse.

Dejo sin explicación la parte de quién tiene la culpa, de cuándo mereceré para que tú puedas decir… O si quieres que lo diga yo. O más bien que elija yo. O lo que tú quieras. En fin, que tú me hables. Ahora, sí tú quieres ya no tratar la cuestión, también me lo dices, pues cualquiera que sea tu decisión, yo la aceptaré con todo gusto.

Saludos a todos. Y tú recibe el cariño de quien te ama con toda el alma.

Agustín

P.D. Saliéndome de mi filosofía barata de esta carta, te diré que me hizo bien el dolor o pena que te haya causado, pues te quiero más. Y también que pronto quiero darte la cuelga que quieras.

NOTA. Oscura y enmarañada, esta carta merece un estudio posterior, aquel que hagamos apenas cartas ulteriores echen luz sobre ella. Especular sobre los vaivenes del pensamiento de Agustín, es riesgoso. Seamos pacientes. ¿Por qué, al ver el retrato de su novia, Agustín ve fruncido el ceño de María de la Luz? ¿Qué hizo enojar o incomodar a Nené? ¿De qué culpa habla Agustín? ¿Qué pasó entre el 12 de septiembre y el 19 de septiembre? Una semana. Entendemos estos lapsos de silencio epistolar como momentos de encuentro personal. De ser así, ¿qué pasó en esos días?

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