sábado, 7 de diciembre de 2013

12 de diciembre de 1947

Puebla, a 12 de diciembre de 1947.

Mi querida María de la Luz:

Desde ayer te quería escribir, pero me acosté temprano pues me dio un dolor de ojos y preferí dormirme. No sé por qué me estoy poniendo muy enclenque.

Pues bien, María de la Luz, llegué bien aquí a Puebla. Tomé un Estrella Roja, que salió al cuarto para la una, pues los Pullman salían hasta la 1 1/2. Fui en buen lugar. Compré el periódico y lo fui leyendo hasta Río Frío, donde me bajé a comer los deliciosos sandwichs que tuviste la amabilidad de hacerme. Sólo me alcanzó el tiempo para llegar hasta uno de jamón. Y tomé también una cerveza. Los demás sandwichs los guardé. Yo iba en el asiento de adelante, con otros dos muchachos con los que ni siquiera hablé. Llegué a Puebla a las 4 1/4, donde me recibieron y me probé el traje, el cual me quedó bien y salí con el perro a retratarme. Después fui a ver a mis compañeros y saqué unas fotos que te mando. Fue entonces cuando me dio el dolor de mis ojos. Ha de ser por el catarro. 

En cuanto a este catarro y esta tos, pues estoy mejor  pero sin estar todavía bien. 

Hoy fui a misa de 8 1/2 y me acordé de que no fuimos a la Villa. Será en otra ocasión. Hoy me fui a estudiar con mis compañeros. Y hoy en la tarde también voy.

Cuando uno ataca los problemas reales que se le presentan a dos seres que quieren formar un matrimonio cristiano, es cuando se necesita una fuerza de voluntad grande y gran inteligencia para resolverlos. Hago esto porque quiero empezar a tratarte los problemas y exponerte mi criterio, que quiero que sea el tuyo. Y si tú encuentras algo mejor y más real y me expones tus razones, veré si puedo modificarlo. Empezaré por tratarte lo del cine…

El cine se toma y sólo se puede tomar como una diversión más o menos instructiva. Como diversión, debe ser tomado en pocas dosis (como todas las diversiones). Como toda diversión, debe verse si es lícita o no. Por su forma, yo la comparo con la lectura: antes de leer algo, se debe ver si hay alguna prohibición expresa de la Iglesia o, si no, teniendo en consideración los Diez Mandamientos. Hay que ver si le hace a uno daño o no. Así también en el cine. La única autoridad común y corriente respecto al cine es la conciencia. Es decir, que si se obra contra ella hay pecado mortal. No hay autoridad que prohibía, bajo pecado mortal, una película. La Legión de la Decencia Mexicana únicamente aconseja, y no se peca por ir contra ella sino por el daño que se cause uno al ver tal o cual película. Entonces, digo, la conciencia… El criterio es el único que nos dice si ir al cine es malo o no. El deber esencial del cristiano es formarse una recta conciencia. En lo siguiente te diré cuál es mi conciencia y mi criterio sobre el cine.


Como diversión, es fatal: embota y desorienta el entendimiento, ablanda la voluntad y desarrolla demasiado la imaginación; no hace práctico al joven que lo ve, lo hace vivir otro mundo todavía con más intensidad que en una lectura. Hay pocas películas verdaderamente buenas y difíciles de encontrar, de tal manera que se saca poco provecho de ellas.

Una cosa que no causa provecho, hay que dejarla. Una cosa que no es útil para esta vida ni para la otra, hay que suprimirla. ¿Qué hay que hacer cuando se trate de ir al cine a ver tal o cual película?

1. Ver si es lícito que yo me divierta, es decir, si he cumplido con mis deberes.
2. Informarse sobre la película que van a dar, es decir, de qué se trata, cuál es su argumento, su presentación, si es lícito que yo la vea, etc.

¿Cómo se puede uno informar?

1. Algo por los anuncios.

2. Por la Legión de la Decencia Mexicana, en sus hojitas Apreciaciones.

He llegado al punto de las hojitas y sus famosas letras: (A) (B1) (B2) (C1) (C2), que significan lo que ya sabes. Como información, me parecen superiores. Como censores, tienen sus defectos, tanto de un lado del bien como de un lado del mal. Mi actitud hacia ella como censora de espectáculos (y yo, como miembro de Acción Católica), le tengo que conceder autoridad suprema. Digo miembro de Acción Católica no porque sea yo un miembro activo pero sí un miembro que reconoce (como el Papa) la necesidad de la Acción Católica, y por ello debo apoyarla con mi obediencia en su departamento de Censura Cinematográfica. 

En cuanto a mi actitud hacia ella (la Legión de la Decencia Mexicana), debo decir que yo sería un censor más estricto.

Quiero, María de la Luz, que si tienes razones que creas suficientes para modificar mi conciencia, me las des, pues esta conciencia me lleva de una manera rápida a no ir casi nunca al cine, y más cuando considero que yo no tengo bien formado mi criterio, hasta tal punto de sólo ir a las películas en "A", es decir que no soy más que un niño.

Respecto a ti, no sé qué decir, pues sé que privarte del cine sería mucho pedirte. Es decir, yo quiero convencerte, llegar a tu inteligencia, no sólo a tu corazón. Porque... no sé si me equivoque, pero tu corazón ya es mío y has dado ya pruebas de que eres capaz de todo por mí, a lo cual solamente te puedo responderte con darte mi corazón entero, mi amor espiritual, que es el único eterno, darte mi amor por toda la vida.

Respecto a mi oposición a ir el martes a ver Noche y Día, tuve dos razones:

1. La índole de la película er algo semejante a ir a un cabaret. Es así que tu mamá, sabiéndolo, no nos llevaría a un cabaret. Luego, mi deber era no ir.

2. Después de la película, ¿podía yo platicar sobre ella contigo? ¿Nos daba ejemplo de algo bueno? Al contrario, para un hombre peligrosísima. Luego, no debía ir.

Pues bien, María de la Luz, tendría yo una y mil razones para retirarnos del cine. Yo prácticamente estoy retirado, pues de no ser contigo… Y en las condiciones del miércoles no iré. Dime tus dificultades para que tú te retiraras. Interiores y exteriores. 

Y, sobre todo, no sólo hay que estar retirado físicamente sino espiritualmente y con convencimiento.

Esta carta, larga en sermón, lleva hacia ti un gran amor, un amor real y eterno que podrá conquistar el mundo entero. En otra ocasión te hablaré, si quieres, de otro asunto.

Quien no te olvida y te adora.

Agustín

NOTAS. (1) La Legión de la Decencia Mexicana, organismo incorporado a la Acción Católica Mexicana, publicaba un boletín quincenal titulado Apreciaciones, en el cual se censuraban las películas que estaban en exhibición. "La censura al cine no era algo nuevo y, de hecho, la propia liga la realizaba desde los años treinta: el primer boletín apareció el 20 de enero de 1934, dos años antes de la aparición de la Encíclica sobre los espectáculos cinematográficos, escrita por el papa Pío XI el 29 de junio de 1936." María Martha Pacheco, El conservadurismo católico en campañaLos rostros del conservadurismo mexicano, pp. 155-156. Publicaciones de La Casa Chata, 2005. La encíclica a la que se refiere la autora es Vigilanti Cura, cuya lectura recomiendo, pues en ella y en su autor recae toda la responsabilidad de un hecho triste: muchos jóvenes católicos de la generación nacida en los años 20, al admitir y seguir la postura de Roma, se privaron a sí mismos de vivir y de gozar piezas fundamentales del arte de su tiempo. No es el caso, por supuesto, de Noche y día, película menor que no merece una defensa apasionada . (2) Noche y día (Night and Day, 1946) fue dirigida por Michael Curtiz (lo recordamos por Casablanca -1942-, pero también por Las aventuras de Robin Hood y Dodge City, ambas filmadas en los años 30). La película, estelarizada por Cary Grant, Alexis Smith y Monty Wooley, fue estrenada en México el 27 de noviembre de 1947, en el Cine Chapultepec.  (3) Cuenta el bloguero Alberto Abuín que cuando Cole Porter vio esta película supuestamente basada en su vida, dijo: "Si sobrevivo a esto, sobreviviré a cualquier cosa". Nos advierte Abuín que la película nada tiene que ver con la vida real de Porter: "La película es la típica producción hollywoodense, llena de colorido y glamour (…). Pero Curtiz logra que el film no caiga en el desastre gracias al ritmo que le imprime, dos horas nunca aburridas, y que de vez en cuando dota al conjunto de su peculiar uso de la técnica, movimientos sutiles y descriptivos de la cámara (…). Sin embargo, su estilo no está presente durante toda la película; por momentos se le nota desganado, como si la historia no le interesara". (4) ¿Qué vieron los señores de la Legión de la Decencia Mexicana en Noche y día como para provocar en el joven y escrupuloso Agustín tan desmedido rechazo a dicha película? Habrá que volver a verla con los ojos turbios de ese catolicismo demente y mutilador. Lo que ahora puedo señalar es que con los años -y acaso ante la necesidad de entender a sus hijos- Agustín amplió su criterio y su tolerancia, sin perder la candidez y la pureza de su alma de niño eterno.




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