Puebla, a 13 de diciembre de 1947.
Mi querida María de la Luz:
Una vez más me dirijo a tu adorable y linda persona, para expresarte con estas letras mi amor hacia ti, el cual me hace ver todas las dificultades de esta vida muy pequeñas y me proporciona un apoyo seguro para cumplir todos mis deberes y prepararte un estado lo mejor posible.
Espero que no te haya ofendido con mi anterior carta y que le la respondas. Con ello, me veré autorizado para seguirte hablando en esa forma, seguir con problemas cuya recta solución a mí me apasionan, para así alcanzar de Dios todas las bendiciones que tanto necesitamos para la formación de nuestro hogar, que nos proporcione la felicidad temporal y eterna y sea para beneficio de nuestra patria.
Saludos a tía Luchena, a Gualupita, a tu mamá y a Lili.
Quien no te olvida.
Agustín
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