México, 8 de agosto de
1947.
Querido Agustín:
Con verdadera inquietud
esperaba tus letras, pues no sabía en realidad a qué atribuir tan penosa
tardanza. Perdona por milésima vez, pero aunque no lo deseé me inquieto
demasiado cuando no tengo noticias tuyas. Sé que tienes muchísimas cosas que
hacer y mucho también que estudiar, pero… te quiero, y esto hace que sólo
piense con el corazón.
Ya tranquila, sabiendo
que tu viaje fue del todo bueno y que en tu casa todos se encuentran bien (amén
de las peripecias pasadas el domingo 3), podré referirme a lo que aquí
monótonamente ocurre.
También aquí el tiempo
está lluvioso y triste, cosa que a mi parecer le da un tinte de melancolía al
corto pedazo de jardín que desde la mesa del comedor alcanzo a ver. Las hojas
de la buganvilia, pendientes de la ventana, tiemblan al contacto de la lluvia,
y me atrevo a imaginar mi alma ante tu amor… ¡Te quiero mucho!
Pero bajaré de la nube
en que me había trepado y te diré: los dulces que te di estaban buenos, claro,
como que eran de cajeta, ¿o no? Pero lo que no estuvo tan cajeta fue la
regañada que me abonó mi tía, pues creyó que el camión me mataría si yo, al
correr tras de ti, resbalaba en algún charco. Bueno, pues no fue así, y aquí me
tienes, dándote lata como siempre.
¡Eres tan poeta como
modesto! Es sencillamente maravilloso tu cuarteto. Gracias, mil gracias por él.
Espero, como me has
prometido, la contestación a mi anterior y… lo otro, ¿sí?
Ahora llegó monseñor
Tristchler y, como de costumbre, vendrá a comer el domingo con nosotros.
También el domingo iré con mi papá al fut-bol o foot-ball (como a ti más te
guste). Los boletos ya los tengo, por lo que cuando nos veamos te tendré mucho
que contar.
Son las 7 ½ p.m. y está
casi oscuro, por lo que no saldré hoy a poner ésta. Será mañana, sábado 9.
También debo decirte que tu carta la recibí a la 1 de la tarde y que si no le
di contestación inmediatamente fue porque tuve que acompañar a mi mamá a una
junta de la Liga de Propietarios. Ya te contaré.
Da nuestros saludos a
todos en tu casa. Y tú, vida mía, recibe el corazón de quien nunca te olvida.
María de la Luz
NOTAS. (1) Por la descripción que hace del lugar desde el que escribe la carta, parece que María de la Luz está en el comedor de casa de Ma, su tía Luz Elena (Civilización 43). La buganvilia a la que se refiere es la misma que menciona nuestra heroína en uno de sus poemas. (2) Con la mención del regaño recibido, María de la Luz nos da suficiente materia para imaginarla corriendo hacia el autobús en marcha para entregar a Agustín una bolsa de dulces. (3) La fotografía que acompaña esta carta presenta a María de la Luz y Agustín con monseñor Guillermo Tristchler y Córdova, que ya aquí se ve agotado y frágil de salud. Monseñor Tristchler murió en 1952, a los 74 años de edad. Es probable que esta fotografía haya sido tomada en 1949. Están en el jardín de la casa de Ma (Civilización 43)
Gracias hermano mayor... muchas gracias por dejarnos asomar a la cotindanidad y alma de papá y mamá de jóvenes.
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