Puebla, a 5 de agosto de 1947.
Mi querida María de la Luz:
Acabo de recibir tu carta, en estos
momentos de tarde lluviosa y gris, y ha venido a marcar un paréntesis de
alegría en el seco marchar de mis estudios.
Pues bien, Nené (así te llamo, para
honrar la memoria de tu tío –y no sabes cuánto siento no haberlo conocido-;
además, no está mal), te estoy escribiendo sin borrador y con algo de prisa,
porque dentro de poco, a las 6 de la tarde, tengo que irme a la Universidad. Es
por eso que no te voy a contestar detalladamente tu carta y únicamente te diré
cosas indiferentes, tales como que me fue bien en el viaje, en un buen camión,
cómodo y veloz, que pronto alcanzó al Pullman, al cual no subí por ya no haber
lugar.
Me gustaron los dulces que me diste.
Y en Río Frío tomé tacos, café con leche, pan y las brevas que tú arrancaste
con tus manos (y estaban deliciosas; todavía guardé algunas, para darle a mi
mamá y a mi papá).
Llegué a las 10 ½ y me encontré que
a toda mi familia le había sucedido una serie de peripecias en la excursión que
hicieron a Valsequillo, que, como sabes, es una presa que ha formado un embalse.
Bueno, para que te des cuenta de esas peripecias, te diré que a esas horas
solamente hacía un rato que habían llegado Laura, Piedad, Nico y Margot,
quitándole con esto algo de la angustia a mi mamá, quien los estuvo esperando
desde las 7, pues habían salido a las 12. Resulta que se atascó el camión de
nosotros y otro igual, hasta que llegó un jeep. Después de intentar
desatascarlos, mejor optó por hacer varios viajes a Puebla, llevándose en ellos
a los excursionistas, para que no pasaran la noche ahí. Los hombres (Mayito,
Agustín Azpiri y otros muchachos) llegaron todos enlodados y cansados de su
inútil esfuerzo por sacar los camiones. A nuestro camión lo sacaron hasta el
lunes, a las 11; al otro camión, a las 3 de la tarde de la mañana lo sacaron y
lo lavaron aquí, en la casa, para que su dueño, el papá de uno de los
muchachos, no lo regañara a éste…
Quería yo que esta carta se fuera
en estos momentos; pero como me pides el verso, mejor en la noche la pondré y
así te contaré más. Seguiré platicando contigo después de clase.
Te decía yo que a las 3 de la
mañana del lunes había gente en mi casa, lavando un camión. Yo me acosté desde
a las 11 ½ de la noche del domingo, y no desperté hasta las 6 ½ de la mañana
del lunes, para irme a clase de 7, que, como ya se los había dicho a ustedes,
no hubo clase.
Hoy, a mediodía, encontré la pomada
y en seguida le dije a mi mamá que me curara. A ver si me dura toda la semana.
Yo te aviso cuando se me acabe.
Otro día, como ya te dije, te
contestaré a tu carta más detalladamente. Pero te diré que todavía no tengo lo
que te ofrecí llevarte.
En cuanto a lo otro, pues ya lo
leíste. Lo escribiré en ésta y me perdonarás la falta de consonancia y
desarrollo. Y con él me despido:
Centro de mi amor,
Luz de mi penar,
no me dejes ir
ni tampoco de amar.
2/VIII/47
Agustín
NOTAS.
1. Ahora sabemos que el mote de "Nené" fue puesto a María de la Luz por su amado y venerado tío el ingeniero José Luis Osorio Mondragón. Y por una carta del abuelo José (escrita en 1938) sabemos que incluso se llegó a usar el diminutivo "nenito" para referirse a nuestra heroína.
2. No sé si todavía hoy, pero entonces llamábase "pullman" al vagón de lujo de un tren o al modelo de lujo de una línea de autobuses foráneos.
3. La breva es el fruto de la higuera, ahora lo sé. Me llama la atención el uso del término, porque en nuestra infancia siempre siempre llamamos higo al fruto de la higuera. En casa de nuestra tía abuela Luz Elena (Ma) siempre hubo una higuera... o varias (y también chayoteras, rosales y buganvilias). Las brevas que recibió Agustín son, sin duda, de estas higueras.
4. En la transcripción de la mayoría de las cartas, me he tomado la libertad de corregir pequeñas fallas de ortografía y de sintaxis. En este caso, sin embargo, he preferido conservar la manera tan peculiar que tiene Agustín de escribir el español, porque de esta manera acaso podremos escuchar su voz de joven y observar con nitidez las maneras de su pensamiento (por ejemplo: "cosas indiferentes").
5. ¿De qué pomada habla Agustín? Investiguemos.
6. Por otro lado, es claro que los cuatro versos de Agustín fueron escritos por encargo de María de la Luz. Es muy probable que el joven al escuchar o leer los versos de su novia, se haya comprometido a hacer algo semejante. María de la Luz habrá insistido con sonrisas y con requiebros, y a Agustín no le habrá quedado otra salida más que iniciarse en el riesgoso arte del verso.
7. ¿Pero es en verdad un comienzo lo que leemos en esta carta? ¡No! Agustín tiene la experiencia de la rima por los gustos familiares: cada noviembre, él, su padre y sus hermanos aprovechan la oportunidad para escribir "calaveras", donde no dejan títere con cabeza.
8. Pero una cosa es el verso festivo y otra muy distinta el poema amoroso.
9. Subrayo otro detalle relevante: María de la Luz, lectora habitual de poesía, escribe durante la segunda mitad de los 40 sus versos, con el deseo desesperado de expresar sus sentimientos y sus emociones; pero dejará de hacerlo al iniciar su maternidad (1950). Agustín, en cambio, menos inclinado a la poesía y a la expresión verbal de sus adentros, fue contagiado de esta práctica por María de la Luz, a tal punto que nunca dejó de hacer versos: casi renunció a los versos amorosos (casi), regresó a los versos festivos e incursionó en la poesía filosófica con remates de hilarante escatología. Ya tendremos oportunidad de transcribir algunos ejemplos.
1. Ahora sabemos que el mote de "Nené" fue puesto a María de la Luz por su amado y venerado tío el ingeniero José Luis Osorio Mondragón. Y por una carta del abuelo José (escrita en 1938) sabemos que incluso se llegó a usar el diminutivo "nenito" para referirse a nuestra heroína.
2. No sé si todavía hoy, pero entonces llamábase "pullman" al vagón de lujo de un tren o al modelo de lujo de una línea de autobuses foráneos.
3. La breva es el fruto de la higuera, ahora lo sé. Me llama la atención el uso del término, porque en nuestra infancia siempre siempre llamamos higo al fruto de la higuera. En casa de nuestra tía abuela Luz Elena (Ma) siempre hubo una higuera... o varias (y también chayoteras, rosales y buganvilias). Las brevas que recibió Agustín son, sin duda, de estas higueras.
4. En la transcripción de la mayoría de las cartas, me he tomado la libertad de corregir pequeñas fallas de ortografía y de sintaxis. En este caso, sin embargo, he preferido conservar la manera tan peculiar que tiene Agustín de escribir el español, porque de esta manera acaso podremos escuchar su voz de joven y observar con nitidez las maneras de su pensamiento (por ejemplo: "cosas indiferentes").
5. ¿De qué pomada habla Agustín? Investiguemos.
6. Por otro lado, es claro que los cuatro versos de Agustín fueron escritos por encargo de María de la Luz. Es muy probable que el joven al escuchar o leer los versos de su novia, se haya comprometido a hacer algo semejante. María de la Luz habrá insistido con sonrisas y con requiebros, y a Agustín no le habrá quedado otra salida más que iniciarse en el riesgoso arte del verso.
7. ¿Pero es en verdad un comienzo lo que leemos en esta carta? ¡No! Agustín tiene la experiencia de la rima por los gustos familiares: cada noviembre, él, su padre y sus hermanos aprovechan la oportunidad para escribir "calaveras", donde no dejan títere con cabeza.
8. Pero una cosa es el verso festivo y otra muy distinta el poema amoroso.
9. Subrayo otro detalle relevante: María de la Luz, lectora habitual de poesía, escribe durante la segunda mitad de los 40 sus versos, con el deseo desesperado de expresar sus sentimientos y sus emociones; pero dejará de hacerlo al iniciar su maternidad (1950). Agustín, en cambio, menos inclinado a la poesía y a la expresión verbal de sus adentros, fue contagiado de esta práctica por María de la Luz, a tal punto que nunca dejó de hacer versos: casi renunció a los versos amorosos (casi), regresó a los versos festivos e incursionó en la poesía filosófica con remates de hilarante escatología. Ya tendremos oportunidad de transcribir algunos ejemplos.
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