Puebla,
a 12 de septiembre de 1947.
Mi
querida María de la Luz:
Acabo
de leer tu carta fechada en 11 y en la que me das o, mejor dicho, me devuelves
las banderitas que te compré. Bueno,
pues rápidamente, como ves, doy contestación a tu carta, pues aunque hoy tengo
mi último reconocimiento y es fácil, estoy muy ocupado por el trabajo de que ya
te he hablado y que no hemos podido entregar.
Salí
bien de mis reconocimientos y espero que nos veamos pronto. Saludos a todos. Y
tú recibe el cariño de quien no te olvida.
Agustín
NOTA. (1) Frente a la vehemencia de María de la Luz, el laconismo epistolar de Agustín
puede hacernos pensar, equivocadamente, que hay cierta disonancia sentimental
entre él y ella. No es así. La frecuente aridez del joven al escribir es
compensada por la efusividad de sus palabras cada vez que está frente a María
de la Luz. Ella, en cambio, se vuelve reservada frente a Agustín, aunque su
sonrisa y sus ojos la delatan a cada instante. (2) En la banderita, María de la Luz escribió: "9 de septiembre de 1947. Banderita desprendida del sueño que tuvo Agustín esa noche". Nada sabemos del sueño al que se refiere Nené, pues no se relata en su correspondencia. Sin embargo, podemos suponer que dicho sueño giró en torno a una fiesta de celebración de la Independencia. Y María de la Luz tiene, como es su costumbre, una ocurrencia encantadora: dejar registrado el hecho que le habrá contado Agustín: "Tuve un sueño. Estamos tú y yo en el Zócalo, celebrando la Independencia. Toda la gente, también nosotros, agita banderas de México. Tú sonríes. Yo te beso. Y hablamos de nuestra "independencia". ¡Mira! Aquí te entrego las banderitas que agitábamos en el Zócalo de mi sueño."
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