sábado, 14 de diciembre de 2013

14 de diciembre de 1947

Puebla, a 14 de diciembre de 1947.




Mi querida María de la Luz:

Ahora que tengo tiempo, no quiero dejar pasar un día sin escribirte, aunque no se vaya esta carta hoy, pues ya son las 9 1/4 p.m. y mi mamá me dice que mejor la ponga yo hasta mañana. 

Hoy he pasado un domingo bastante entretenido, es decir, diferente de lo que ya estaba acostumbrado hace dos o tres años. Y fue así: me levanté a las 7 y fui a misa de 7 1/2 a San Francisco; después, desayuné e inmediatamente le puse la cadena al perro y tomé mi cámara y mi raqueta de tenis y me fui a jugar con Luis Ángel a las canchas del Ferrocarril. De esta manera y con las molestias del perro, que no sabe andar en la calle, caminé más de dos kilómetros. Estaba el día frío, pero a mi catarro y mi tos ya no les hago caso y ya parece que me van a abandonar.


Jugué un set de tenis y vi lo malo que estaba yo. Al rato, sin acabar el set (seis juegos de tenis a 40, contando de 10 en 10), empezó a llover y nos metimos en la caseta. Al rato ya no lloviznó y se jugó otra vez. El perro Jack estaba insoportable y ya había roto el cuero con que se detiene. Entonces, ya me fui, otra vez andando y habiendo amarrado al perro como pude. Luis Ángel me invitó a comer, y después que dejé al perro en mi casa a la 1, fui a casa de tía Evangelina, que tenía invitados y había hecho una comida bastante buena. Después de la comida, un señor tocó la guitarra y empezamos a cantar y se asombraron de oír mi voz y mi desentonación. Cantamos Ojos tristes, Peregrina y otras muchas. Eran las 7 1/2 cuando empezó el baile. Había puras señoras y sólo una señorita (Gloria, mi prima, se había ido al cine). Entonces fue cuando, sin bailar una pieza, me retiré ya a mi casa y llegué aquí a cenar, pues antes de tener a mi María de la Luz bailaba, y ahora, si no es con ella, no bailo, por mucho que me vea comprometido.

Espero que no sucederá nada, para poder estar allá el 20 ó el 19, y así asistir a la Posada y también ir al aeropuerto a recibir a Nicolás, que viene de Monterrey a pasar la Navidad.

Hoy me enteré que a mediodía se fue Laura con Rebeca a México, a asistir a la cena de Acción Nacional. No sé si te hablen por teléfono o te vayan a visitar; pero si no es ni la una ni la otra cosa, creo la dispensarás a Laura, pues tú sabes las circunstancias.

En mi carta anterior te digo que si te ofendí. Te lo digo así porque a mis hermanas, siempre que les hablo de la manera en que te hablé, se dan por ofendidas.

Esta semana voy a estar trabajando y estudiando. Quiero que reces por mí mucho y que el Espíritu Santo me ilumine para hacer mi tesis.

Dispensa por la letra, pero me parece cada vez más fea y no suficiente para comunicarte mi amor. Espero tu carta con ansias, e igualmente que estés bien de salud, así como mi tía Luchena y todos.

Se despide quien no te olvida y te quiere mucho.

Agustín



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